Érase una vez
Un balcón en un palacio,
Un jazmín, lavanda y geranios.
Un joven Príncipe heredero
Que cuidaba de sus plantas
Con esmero,
Las regaba, las podaba,
Con sonrisas abonaba.
Un atardecer de Marzo
Una mariposa negra y blanca
Se posó en la baranda
Del balcón del heredero.
Fue curioso, se detuvo
El Sol en el firmamento,
Se paró el atardecer
Por un momento
Y el Príncipe con su nariz
Rozó las alas del insecto.
Y estallaron flores del jazmín,
Se agitaron los geranios
Y el perfume de lavanda
Hizo el resto.
El insecto se hizo humano
Y agarró del Príncipe su mano.
Se lo llevó lejos, y el balcón,
Y construyeron su palacio.
Y se dan los buenos días
Ya sea Abril, Enero o Marzo
En su balcón soleado
Entre abrazos y geranios,
Perfumados de lavanda,
Floreados de jazmín sus labios.