
Tengo el cerebro podrido. Si cierro los ojos y los aprieto con fuerza, me sale un líquido verde por los oídos. A veces, si tengo el día triste, ese líquido inunda mis lacrimales, y se desliza por el contorno de mi nariz, que es muy bonita, chorreando, goteando por encima del borde de mis labios. Y si saco la punta de la lengua, lo pruebo, porque soy frio y asqueroso. El sabor es repugnante. Sabe a mensajes de otro, a fotos, a videos pornográficos, a frigidez marital, a nicks de un chat gay, a descargas de internet. Regustillo traumático.
Y te atreves a decirme que tengo el cerebro podrido, y que tengo que pedirte disculpas... Esto no me lo cubre la Seguridad Social (gazpacho y zumo de piña).
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